Las empresas como entidades orgánicas del ser humano son competitivas y constantemente están ideando la manera de perfeccionar el producto o servicio que ofrecen y el conocimiento de su mercado.
La creatividad, como ejercicio de experiencia e imaginación, juega un papel preponderante en el desarrollo de ideas innovadoras que satisfagan la demanda del mercado, aporten al incremento financiero de los empresarios, al crecimiento económico de una nación y al desarrollo social de un país.
Las nuevas tecnologías, el desarrollo científico, la adaptación de las necesidades del mercado a las preferencias estéticas, en fin, el atrevimiento, la osadía en la implementación de estrategias novedosas permite la diferenciación entre productos y entre marcas.
Esta diferenciación no sólo se da en la competencia entre empresas, sino también, entre los equipos creativos y de diseño dentro de una organización. Así vemos que diferentes productos de una misma marca compiten en los anaqueles de las tiendas de venta al consumidor final.
En muchas ocasiones la innovación recurre a la alianza con otras marcas o la incorporación de productos de la competencia como insumos de un producto nuevo sin que necesariamente implique una alianza entre marcas o empresas.
La competencia comercial de diversas marcas ha generado verdaderas guerras tanto en la publicidad como en estrategias de mercadeo, pero sin duda en la alta inversión en investigación científica para mejorar la calidad y la capacidad de producción, incluso en el uso ilegítimo del espionaje industrial.
Abundan los ejemplos de empresas familiares que comenzaron en el garaje de la casa y que con los años construyeron ciudades enteras con toda una infraestructura en torno a la factoría de sus productos revolucionarios e innovadores.
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